Cabe señalar que entre los síntomas
encontramos: los delirios, las alucinaciones, la desorganización del
pensamiento y de la conducta (positivos). Los (negativos), en cambio, son
relativamente silenciosos y pueden pasar desapercibidos. Los principales son
respuesta emocional disminuida, retraimiento social, apatía, desinterés en el
entorno, pensamiento lento y empobrecido, así como falta de habilidades para el
desempeño social. Los síntomas negativos parecen estar relacionados con un
curso menos favorable de la enfermedad independientemente de la severidad de
los síntomas positivos. Una vez establecido el episodio, la presencia temprana
de síntomas negativos que no responden al tratamiento se relaciona con el
diagnóstico de esquizofrenia y con un pobre resultado en términos de
funcionalidad y calidad de vida.
En los pacientes con PEP se ha encontrado
una menor introspección, lo que implica dificultad para atribuir los síntomas a
una enfermedad e interpretar la experiencia psicótica como anormal. Como
resultado hay menor aceptación y cumplimiento del tratamiento. Al igual que en
los pacientes con esquizofrenia establecida, mientras mayor y mejor sea el
conocimiento, y el reconocimiento de los síntomas, mejores los resultados.
Debemos recordar que el consumo de
sustancias psicoactivas, especialmente el abuso, está presente en gran
proporción de pacientes y es la principal comorbilidad en PEP. Es mayor al
encontrado en la población general, en especial en lo referente al abuso de
marihuana y alcohol, y se ha relacionado con un peor pronóstico de la
enfermedad y una mayor severidad de los síntomas. Cuando se brinda tratamiento
el consumo disminuye notoriamente y no ejerce su efecto nocivo en el pronóstico
a largo plazo.
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